Recomanacions
Bob Fosse, vida y muerte
Martin Gottfried
Hay que saludar la iniciativa de la editorial Alba de recuperar textos acerca de las artes escénicas en sus colecciones. Además de importantes figuras del teatro y la música, se agradece que le hayan dedicado un libro a uno de mis coreógrafos preferidos, que contribuyó sin duda a que mis pasos (de baile) se dirigieran a los estudios (de baile).
Y es que Bob Fosse tenía talento. Pocos se atreverían a decir lo contrario, incluso aquellos que reconocen en él, vagamente, al director de algunas películas ya clásicas como “Cabaret” (1973) o “All that jazz” (1979) intuyen que en él había algo más que un cineasta.
Si una carrera artística se puede medir por los éxitos obtenidos, la de Fosse lo coloca en posiciones difíciles de igualar. Además de películas con Oscar como las ya mencionadas (12 estatuillas en total), dirigió también la exquisita “Sweet Charity” (1969) con Shirley McLaine y la más desencantada “Lenny” (1974) donde Dustin Hoffman interpreta la trágica vida del showman Lenny Bruce. Ganó un número considerable de Tony Awards con sus comedias musicales, pero sobre todo encadenó éxito tras éxito en el Broadway de los años sesenta y setenta, y aún años después de su muerte, la versión cinematográfica inspirada en su famoso musical“Chicago” despertó el interés de numeroso público que probablemente ya no sabía ni quien era.
No es fácil para nosotros hacernos una idea de lo que supone la comedia musical en la historia del arte escénico americano. Considerada desde sus inicios con desdén por los intelectuales y los críticos teatrales que veían en ella un genero decididamente comercial, se sustentó gracias a su popularidad y a la taquilla. En esas circunstancias, todos los que participaban en ella tenían clara cuál era la clave del éxito: agradar al público, e incluso cuando la comedia musical se convirtió en el más pomposo “teatro musical” el entretenimiento siguió estando entre sus principales requisitos.
Bob Fosse, criado desde pequeño en los escenarios populares, desde los garitos de cabaret a los musicales de gira por los circuitos provincianos, tenía integrada esa constante en su código genético, y a lo largo de su larga carrera transmitió al público la increíble energía de su baile, minimalista y contenida a veces, pero con una vibración particular que definió desde sus inicios.
El libro de Martin Gottfried Bob Fosse, vida y muerte nos acerca a su obra y sobre todo a su vida, entrelazadas totalmente como es de rigor en las biografías de los grandes creadores. Es difícil, si no imposible, dar cuenta del trabajo de un coreógrafo en un libro. Escoger entre la obra artística y la peripecia vital no tiene sentido, tampoco es posible luchar por describir con palabras la energía cinética de la danza o la dramaturgia de sus musicales. Afortunadamente existen oportunidades de ver sus películas de cine, alguno de sus musicales e incluso el programa de televisión que produjo y dirigió para Liza Minelly. Conviene visitar el videoclub al tiempo que se lee la obra de Gottfried para acercarnos plenamente a la figura de Bob Fosse y comprobar, una vez más, que el talento es un producto escaso y aquellos que lo tienen y son capaces de compartirlo, enriquecen nuestra existencia.
Gottfried, uno de los mayores especialistas del musical americano, nos documenta su vida con todo lujo de detalles y nos describe a Fosse con una precisión de psicoanalista. Se cruzan en su camino nombres conocidos de los entendidos y del gran público y, leyendo su historia nos hace participes de su accidentada trayectoria profesional y personal, de sus líos sentimentales y sus problemas de salud que lo llevarían a su muerte, anunciada a su manera en la antológica escena final de “All that jazz”.
Decididamente fan de Bob Fosse recuerdo la versión escénica de “Chicago” como una auténtica clase magistral de puesta en escena. Bob Fosse creó una gestualidad estilizada con un sello propio que además servía la acción con una eficacia impresionante. Entre sus muchos méritos esta el prestigio de ser el único director que ganó el mismo año un Oscar por Cabaret, un Tony Award por Pippin, y un Emmy Award por Liza with a Z. Cine, teatro y televisión se rindieron a sus pies en 1973.
Leonardo Santos
Bailarín, profesor, coreógrafo y gestor de danza
Formado como bailarín en el taller del Ballet Clásico Nacional (España) y en el Centro Internacional Rosella Hightower (Cannes-Francia) trabaja profesionalmente en el Joven Ballet de Francia y en el Ballet Francés de Nancy. En 1990 se instala en París donde baila y colabora con diversas compañías independientes hasta 1998, año en el que se traslada a Valencia donde participa en la puesta en funcionamiento del Centro Coreográfico de Teatres de la Generalitat Valenciana como profesor de danza contemporánea y asesor artístico. Desde 2005 a 2013 es el responsable artístico de dicho centro coordinando entre otros proyectos el festival Dansa València y los programas de entrenamiento para bailarines.
Es profesor de danza titulado por el Estado Francés. Como coreógrafo ha realizado varios proyectos entre los que destacan “Antropofonías”, “El aroma del tiempo” o “A jump in the dark” junto a la coreógrafa Nancy Seitz-McIntyre. Forma también parte de “Ring de Teatro” proyecto del director teatral y autor Jorge Picó, con el que colabora regularmente.
Desde octubre de 2014 a enero de 2016 es profesor de danza contemporánea del Conservatorio Superior de Danza de Valencia. Actualmente desarrolla su trabajo en la Subdirección de Teatro y Danza del Institut Valencià de Cultura..
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