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Roberto Lisart · UtopíaJuan Vicente Martínez Luciano
Roberto Lisart · UtopíaTom Sttopard
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Roberto Lisart · Utopía

Lisart, Roberto

Roberto Lisart nos habla de La costa de Utopía (Viaje, Naufragio, Rescate), de Tom Stoppard, en versión de Juan V. Martínez Luciano.
El Teatro Académico de la Juventud de Rusia (RAMT) puso en escena esta obra en el Teatro Valle Inclán de Madrid, en septiembre de 2011, en ruso con sobretítulos en castellano, dentro del ciclo del Centro Dramático Nacional Una mirada al mundo. La función extraordinaria del 1 de octubre permitió disfrutar las diez horas de montaje completo.

La Costa de Utopia. Tom Stoppard (Viaje, Naufragio y Rescate) Traducción de Juan Vicente Martínez Luciano, Centro Dramático Nacional, (3 vols.) Madrid, 2010.

Acostumbrados a pasar desapercibidos y con un residual 3% (eso de media) de la ficha de derechos de autor, los adaptadores y traductores de teatro son en sentido estricto dramaturgos en los que el público no repara, devorados por la autoría original. Qué sería de nosotros, si tuviésemos que atacar a Ibsen, Strindberg, Grotowsky, Brecht, Havel, y tantos otros, en sus lenguas originales, como si acaso del chapurreo y los traductores informáticos pudiéramos vivir. Pues si los dramaturgos traductores no pusieran en juego -o en liza-, a veces con tanta delicadeza en la intención como pericia, la mejor dramaturgia extranjera estaríamos dando tumbos siempre con lo mismo. No sólo traducen, son introductores en la cadena de producción escénica. Últimamente, dotados de herramientas de traducción automática algunos energúmenos se dedican a usurpar la autoría de los extranjeros muertos más de 80 años, y alguno vivo también, si por incauto se deja, con tanta facilidad (e impunidad) en la producción escénica que la verdad pronto traducirá, no ya del francés o ingles sino del serbocroata un zopenco funcional en castellano, con tal de que le den una muesca en derechos. Sería impensable tanta desvergüenza (en países más serios) con la que algunos insensatos destrozan a Ibsen, y a Chejov, (es un suponer) les toman el título, se cargan la función, astillan una parte de los derechos (prescritos) y encima utilizan el nombre (del muerto) de reclamo publicitario para el público. Me descubro ante estos prodigios del marketing.  De entre todos los destrozados el más vilipendiado es sin lugar a dudas Shakespeare, fusilado cada amanecer. Del bardo inglés se perpetran y consuman sin castigo las mayores salvajadas, sin que nadie salga a combatir. Lástima por la injusticia y el latrocinio -nostalgia por los pateos perdidos- con lo bonito que era destrozar los estrenos teatrales de los enemigos.

Viene este ataque (en verdad moderado para todo lo que ocurre) contra los desalmados y saqueadores de tumbas, al tiempo que hacemos una  reivindicación de la traducción consciente y congruente. Hablemos de alguien sensato. Y lo hacemos a propósito de una lectura reposada de The Coast of Utopia, de Tom Stoppard, un texto al que la crítica mundial señala como obra cumbre del teatro contemporáneo europeo. Es esta valoración una distinción que, aunque parezca exagerada, en verdad la comparto. Si la leen, verán que Stoppard en esta trilogía viaja a la Europa de mediados del XIX para dramatizar a los exiliados (románticos) rusos y regresa a este páramo de confusión sin un leve rasguño. Una función inmensa, que precisa ocho horas de representación y que es compendio de pasiones y de (Historia) de las ideas. Stoppard, nacido checoslovaco, naturalizado británico, empleó varios años de estudio y de preparación para escribir esta deslumbrante pieza y presentarla en Londres en el National Theater en 2002. El texto merece un estudio detallado aparte, pero me han pedido la reseña de un libro de teatro y el elegido es la traducción publicada por el Centro Dramático Nacional de esta primorosa trilogía de Stroppard, resultado de una acertada decisión de Gerardo Vera, al editarlo en la colección del CDN, donde sólo se publican textos producidos por el Nacional. Este texto (en versión castellana) no ha logrado alcanzar los escenarios aunque el director del CDN lo intentó seriamente. Vera logró programar la producción rusa en Madrid, durante cuatro días y luego siguió viaje a Barcelona. La compañía viajó con más de cien artistas y técnicos para hacer el espectáculo. Los ensayos actorales de la producción en Moscú duraron dos años. Demasiado trabajo para estos tiempos, en lo que se pretende acabar con los actores, actrices y bailarines, a base de bodrios, economía sumergida y paro.

La versión castellana de LA COSTA DE UTOPÍA se encomendó a Juan Vicente Martínez Luciano y no es un encargo fortuito. Tiene este profesor de la Universidad de Valencia un bagaje inigualable como traductor, con un recorrido deslumbrante desde principios de los ochenta: Tennessee Williams,  Arnold Wesker, Christopher Fry,  Christopher Durang, Paul Auster, Kevin Elyot, Joe Orton, Marsha Norman, John D. Barrow, James Gaddes, Henrik Ibsen, Margaret Edson. Mas de cien títulos de autores valencianos, españoles y extranjeros avalan su trayectoria como editor en la Colección de Teatro Siglo XX y Siglo XXI. Estrena y publica teatro como traductor con mucha regularidad. Es el introductor de la mejor dramaturgia anglosajona contemporánea en España, con especial incidencia en Valencia y en Madrid. Una dramaturgia a la que productores y directores hemos llegado gracias a sus trabajos que, durante años, firmó en colaboración con Ana Gimeno Sanz: Stephen Mallatratt & Susan Hill, Nigel Williams, John Godber, Clare McIntyre, Arnold Wesker; profesora de la Universidad Politécnica de Valencia, que debería regresar al teatro sin más dilación, porque está todo muy mal y se le necesita. La traducción de The Coast of Utopia, propósito principal de esta reseña, está hecha con fidelidad al autor y buscando huir de la mecanización del teatro. La comprensión instrumental de las escenas es decisiva para que el resultado depare un texto castellano bellísimo, deslumbrante, en el que nada está resuelto a base de réplicas inconexas, sino que armoniza el aire chejoviano de la primera factura, con un naturalismo envolvente que alcanza la excelencia de una versión que requiere muchas destrezas: primera y principal, conocer la compleja evolución del autor, algo que (con permiso de Miguel Teruel) estuvo al alcance de Martínez Luciano en 2010. Se busca productor, razón aquí.

Roberto Lisart Marco es técnico de Gestión Cultural en CulturArts Generalitat. Ha trabajado como productor en los teatros públicos valencianos desde 1988. Coautor con Manel Chaqués de un ensayo-manual titulado Al·legat sobre la producció escènica (Universitat de València, 2011). Licenciado en Arte Dramático, Licenciado en Historia y Máster en Historia e Identidades Hispánicas.


Roberto Lisart Marco es técnico de Gestión Cultural en CulturArts Generalitat. Ha trabajado como productor en los teatros públicos valencianos desde 1988. Coautor con Manel Chaqués de un ensayo-manual titulado Al·legat sobre la producció escènica (Universitat de València, 2011). Licenciado en Arte Dramático, Licenciado en Historia y Máster en Historia e Identidades Hispánicas.

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