Companyia: Malpaso Teatro
Duració: 1 h.

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Documents per a descarrega

• Programa de mà

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Documents per a consultar en la sala

• V623 Video de Sueño
• DT/1958 Dossier Compañía Malpaso

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Fitxa tècnica

Autor: Jornet, Alejandro A., Peyró, Josep Pere, Ramos, Adolfo B.
Coreografia: Gómez, Alicia
Direcció escènica: Jornet, Alejandro A., Ramos, Adolfo B.
Intèrpret: Boluda, Carolina, Bosque Weiser, Esther, Cebrián, Asun, Gómez, Elena, Romo, Miguel Ángel, Zapico, Eva
Il·luminació: Antón, Víctor, Llop, Miquel
Espai escènic: Falco, Marisa, Pellicer, Paco
Vestuari: Castelli, Jorge
Realització d'espai escènic: Fet d'Encàrrec
Realització de vestuari: Fet d'Encàrrec
Ajudant de direcció: Sanchis, Pep
Fotografia: Bueno, Tomàs
Producció: Producciones Malpaso
Producció executiva: Ballesteros, Mª Angeles
Música: Jericó, Fernando, Serrano, Jesús
Dramatúrgia: Jornet, Alejandro A.
Maquillatge: Moliner, Fernando R.

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Més dades

Con un título como éste de Pere Peyró, Sueño, la cosa parece fácil. Bastaría con acudir a Freud, a Jung, para extraer sabrosas reflexiones. También se podría, si nos atenemos a su temática, hablar del adiós al macho, de la desorientación del varón de la especie humana en este confuso fin del milenio que nos ha tocado vivir. O bien, ¿por qué no?, filosofar vagamente sobre la insalvable distancia entre la realidad y el deseo. Lo dejo, sin embargo, para otros intelectos más formados, más sagaces que el mío. ¿Qué quieren que les diga? Uno se siente tan próximo a ese infeliz Eduardo, el protagonista de Sueño, y su patética búsqueda de la mujer soñada, que es incapaz de establecer una mínima distancia crítica. Los Eduardos de este mundo, a fuerza de perseguir quimeras, acabamos despreciando, y perdiendo, lo único cierto: el amor de la mujer real, de carne y hueso. Y así nos va. Si existiera, como quería Cortázar, un territorio del amor, un laberinto más mental que mítico donde es posible ser lentamente dichoso sin el hilo de Ariadna delirante de espumas ni sábanas ni muslos. Pero no, no existe. La única verdad es ese triste afán nuestro por encontrar el paraíso. Burdos arponeros de sueños imposibles, eso somos.

Incapaces de entender que, si alguna vez, por azar (¿de qué otro modo?), atrapáramos la gran ballena blanca, moriríamos en ese instante.

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