Fitxa de espectacle
Companyia: Ballet Nacional de Cuba
Duració: 2 h. 15 m.
Autor: Coralli, Jean, Perrot, Jules
Direcció escènica: Alonso, Alicia
Música: Adam, Adolphe
Llibret: Coralli, Jean, Gautier, Theophile, Saint-Georges, Vernoy de
Dentro del repertorio del Ballet Nacional de Cuba, Giselle posee una significativa importancia, no sólo en lo que concierne a su propia historia, sino también porque con esta obra y con Alicia Alonso, su excepcional intérprete, Cuba trasciende por primera vez en el ámbito internacional de la danza.
La famosa sustitución de Alicia Márkova por Alicia Alonso en Giselle, se produjo durante la temporada del Ballet Theatre de Nueva York, el 2 de noviembre de 1943. Con la bailarina cubana se inició un nuevo orden de valores para la obra que «representa el compendio y la apoteosis de la danza de toda una época». En esta extensa etapa, en la que Alicia Alonso ha singularizado muchos personajes, por la coherencia entre la ejecución del carácter interpretativo y la técnica, ella ha elevado Giselle sobre el largo trayecto que ha recorrido la obra, resumiendo generaciones completas de bailarinas desde que la Grisi la estrenara, y aportándole nuevos perfiles a la coreografía, al estilo y a la acción dramática. El concepto de su puesta en escena elude ciertos indicios de mixtificación en que se han regodeado los ballets románticos, hasta donde el argumento y el estilo lo han permitido. La concisa narración, ligada al diseño de los bailables y a su situación dentro de la obra, traza una parábola entre los dos actos y logra una manifiesta homogeneidad estilística, equilibrio dramático y coreográfico, uniformidad no alcanzada en todas las puestas de este ballet y que ha contribuido a que la versión del Ballet Nacional de Cuba se proclame como la más lograda de cuantas se encuentran en el repertorio internacional. La versión coreográfica y la interpretación personal del ballet Giselle, por Alicia Alonso, recibieron en 1966 el Grand Prix de la Ville de Paris; y en 1972, fue incorporada esa misma versión a la Ópera de París.
El estreno mundial del ballet Giselle se efectuó el 28 de junio de 1841, en la Opera de París, con Carlotta Grisi en el papel de Giselle, Lucien Petipa en el de Albrecht, Adèle Dumilâtre en el de Myrtha. La escenografía fue diseñada por Pierre Ciceri, los trajes por Paul Lormier.
El gran poeta lírico alemán Heinrich Heine, que recogió la leyenda popular en la que se inspiró el ballet Giselle, fue una figura de relevancia cultural y política en su tiempo, y reflejó en su obra no pocas muestras de la imaginación y la creatividad popular. Uno de sus libros recoge las leyendas de los llamados «espíritus elementales», las cuales han conservado durante siglos la tradición oral en campos y aldeas de la Europa central. Estos relatos recreados por Heine inspiraron al poeta francés Théophile Gautier el tema para un ballet: Giselle o Las Wilis, que desde entonces integra el acervo de la cultura danzaria universal. Escribía Heine:
"El baile es característico de los espíritus aéreos. Su naturaleza es demasiado etérea para que caminen prosaicamente sobre esta tierra, con pasos ordinarios como nosotros. Sin embargo, y a pesar de su delicadeza, sus piececitos dejan algunas huellas sobre la hierba, donde han celebrado sus danzas nocturnas. Son unos círculos a los que el pueblo llama anillos de los silfos.
En una parte de Austria hay una leyenda que ofrece con la anterior determinada semejanza, a pesar de ser originariamente eslava. Es la leyenda de las bailarinas espectrales, conocidas allí bajo el nombre de las Wilis. Las Wilis son las novias que han muerto antes de la boda. Las pobres criaturas no pueden descansar tranquilas en el sepulcro; en sus corazones muertos, en sus pies muertos, alienta aún aquel afán de baile que no pudieron satisfacer en vida; y a medianoche salen de sus tumbas, se reúnen en bandadas sobre las calzadas, y ¡ay del joven que se las encuentre! Tiene que bailar con ellas, las Wilis le cercan con ímpetu desaforado, y él baila con todas, sin descanso ni sosiego, hasta que cae muerto. Adornadas con sus vestidos de boda, sus coronas de flores y con cintas flotantes en las cabezas y anillos brillantes en los dedos, las Wilis bailan al resplandor de la luna, como los silfos. Sus caras, aunque blancas como la nieve, son juvenilmente bellas. Ríen con alegría que estremece, son de una amabilidad desenfrenada, hacen señas misteriosamente voluptuosas y prometedoras. Estas bacantes muertas son irresistibles.
El pueblo, al haber visto morir las novias en flor, no podía creer que la juventud y la belleza se marchitasen tan rápidamente. Y así surgió fácilmente la creencia de que la novia busca después de muerta, los goces de que se ha visto privada".
Primer acto
Es la época de la vendimia, en un lugar de la Europa central. Giselle, joven campesina, está enamorada y es correspondida por Loys, a quien ella supone un aldeano, pero que es en realidad Albrecht, Duque de Silesia, que se hace pasar por un campesino para obtener su amor. Hilarión, el guardabosques, también está enamorado de Giselle, pero es rechazado por ella, quien le confiesa que su amor pertenece a Loys. Hilarión riñe con Loys, sospecha de él y jura tomar vengaza. Giselle baila a pesar de su salud delicada y es sorprendida por su madre, quien expresa sus temores de que al troncharse prematuramente la vida de su hija, ésta llegue a convertirse en una Wili, las habitantes nocturnas de los bosques, almas en pena de jóvenes que han muerto antes de sus bodas. Durante una cacería organizada por la corte, llega al lugar casualmente el séquito del Príncipe de Courtland con su hija Bathilde, que es la prometida de Albrecht. Bathilde queda impresionada por el encanto y la inocencia de Giselle. Los aldeanos festejan la conclusión de la cosecha y coronan a Giselle como la reina de la vendimia. En medio del baile y la alegría irrumpe Hilarión, que ya ha descubierto el engaño de Albrecht, aprovecha la presencia del Príncipe de Courtland y desenmascara al joven Duque. Giselle, desesperada, pierde la razón y muere.
Segundo acto
Aparece la tumba de Giselle en el bosque. Hilarión ha acudido al lugar, a donde llegan varios campesinos. Comienzan a jugar y tratan de incorporar a Hilarión al grupo, pero éste se niega, sumido en su dolor. Es medianoche y las Wilis, que han abandonado sus sepulcros en busca de hombres para hacerlos danzar hasta morir, aparecen en el lugar; y Mirtha, reina del grupo, inicia a Giselle en su macabra fraternidad. Albrecht visita la tumba de Giselle y suplica perdón por el engaño. Hilarión es víctima de los espectros y la vengativa Mirtha ordena a Giselle que también atraiga al joven Duque a una danza mortal, pero ella, cuyo amor por Albrecht se mantiene más allá de la muerte trata de salvarlo. Amanece. Las Wilis deben desaparecer y Giselle retornar a su tumba. Albrecht, salvado por el profundo amor de Giselle, queda junto al sepulcro llorando para siempre la ausencia de su amada.
Teatre Principal: 14/04/1999
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