Més dades

Hay en Rodrigo García una remisión última a ese espacio donde el poeta intenta alumbrar los claroscuros más viscerales y más delicados de su personalidad. La historia o la fábula se sustituye por una complicidad poética en la que el espectador o lector debe sobrepasar la significación conceptual o inmediata de las palabras para adentrarse en la dolorosa realidad, que quizás es, simplemente, la condición humana, con sus espacios de comunicación y sus espacios de soledad, y, sobre todo, compartir con el autor la voluntad de asumir y rechazar, aun tiempo, la inequívoca crueldad de la experiencia social. Gritar y morir en la pecera sin agua, imagen alegórica de una historia en la que sobran manos que la vacían sistemáticamente, a menudo en medio de escandalizados discursos contra la violencia. Si Rodrigo se quedara en un provocador, sería un autor insignificante. Donde se la juega, como escritor y como ser humano, es en la absoluta necesidad de alumbrar su percepción del mundo, y abrir por igual los ojos a la brutalidad y a esa oscura dignidad que no quiere vivir de la retórica. ¿No es ésa una buena concepción de la ética?

JOSÉ MONLEÓN

Representacions

Sala Palmireno: 19/09/2004