Fitxa de espectacle
Companyia: Cía. José Luis Gómez, Teatro Epitapitos. Grecia
Dirección escénica: Doufexis, Stavros
Intérprete: Almansa, Fidel, Canal, Antonio, Gómez, José Luis, Hinojosa, Joaquín, Meseguer, Juan, Mestre, Jeannine, Viton, Abel
Iluminación: Tamayo, José
Vestuario: Partouche, Catherine
Diseño de cartel: Corazón, Alberto
Ayudante de dirección: Arza, José Luis
Intérprete musical: Almar, Alberto de, Cortes, Francisco, Yebra, Carlos De
Ayudante técnico: Arrabal, Jacinto
Regiduria: Arza, José Luis
Efectos especiales: Baladín
Dirección de producción: Busto, Concha
Electricidad: Calleja, Fernando
Voz: Duarte, Natalia, Morente, Enrique
Ayudante de vestuario: Engel, María Luisa
Utillaje: Ferrer, Luis
Música: Halaris, Chistodoulos
Dirección técnica: Hernández, Emilio
Sonido: Hita, Ignacio, Tamayo, José
Sastrería: Sánchez, Rosa
Una gran epidemia de peste asola la ciudad de Tebas. Creonte, hermano de Yocasta regresa de Delfos con la orden divina de salvar la ciudad, para ello hay que matar o desterrar al asesino de Layo que vive en Tebas.
Edipo deseoso de encontrar al asesino consulta en primer lugar al adivino Tiresias, quien se niega a hablar, ante esta negativa Edipo le acusa de ser cómplice en el asesinato. Tiresias rompe su mutismo y acusa a Edipo de ser el asesino de Layo. Al oír estas palabras Edipo cree en la existencia de un complot encabezado por Créente para derrocarle. Interviene Yocasta y consigue aplacar el ánimo airado de su narido.
Edipo revela a su esposa Yocasta sus propios crímenes en el cruce de caminos antes de llegar a Tebas, y su largo caminar para averiguar quien era siguiendo sus indicaciones. Quiere interrogar al servidor de Layo, pero en este momento aparece un mensajero de Corinto que le informa
de la muerte de Polibo y de la decisión de los corintios de que Edipo sea su rey. A lo que este se niega por miedo a la profecía de tener que casar con su madre. El mensajero, viendo su temor, le tranquiliza confesándole la verdad: él mismo se lo había entregado cuando era niño a los reyes que no tenían hijos, para que lo adoptaran. Insiste Edipo en que venga el servidor de Layo, descubriéndose que fue el encargado de llevarle al monte Citerón.
Poco a poco va encontrándose con la verdad que el oráculo había predicho en su día, penetrando cada vez más en horribles dudas y tinieblas.
Al llegar a este punto del drama el coro -como seguramente el pueblo de Atenas en tiempo de Sófocles y de Pericles- recuerda los días brillantes de su señor y la prosperidad pasada, al mismo tiempo que condena a Edipo por sus atrocidades personales y por los sufrimientos infringidos a su pueblo. Un mensajero viene a anunciarnos la muerte de Yocasta y la ceguera de Edipo así como su destierro. El coro vuelve la cara al verle salir, a la vez que nos dice que no hay que lamenter la muerte de nadie, por más brillante que este fuere, antes de ver su fin... el de Edipo, el de Pericles, el de cada ser humano.
Teatre Romà de Sagunt: 01/08/1982
Teatre Romà de Sagunt: 01/08/1982
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