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Una mujer sola en el escenario. Como en varias de las obras de Arnold Wesker, una mujer sola en el escenario. Una mujer «llena de energía», en palabras del autor, con una biografía en la que muchos podemos reconocernos, que muchos podemos compartir. Una mujer, Melanie, que ha decidido escribirle una carta a su hija: «¡Como si escribir fuera más fácil que hablar!... El que no la estés mirando a los ojos no significa que las palabras fluyan con más facilidad». Y, sin embargo, sus palabras fluyen. Las palabras de esta mujer, las palabras de una madre. Palabras que nos adentran en su mundo, que nos hablan de amor, de recuerdos, de tristeza, de alegría, de autocompasión... Palabras, dirigidas a su hija, para explicarle su visión del mundo, de los hombres, de las relaciones, de la realización personal, del éxito y del fracaso. Palabras en las que el espectador, cualquier espectador, podrá con toda seguridad reconocerse. Porque esta mujer, al hablarle, al escribirle a su hija, está hablando consigo misma, está hablando con todos y cada uno de nosotros. Wesker está hablando con todos y cada uno de nosotros.

Representaciones

Sala Moratín: 15/10/1997
Sala Casablanca: 22/05/1997
Teatre Arniches: 12/03/1997