Miralles, Remei

Fernanda Medina dirige y organiza el Centre de Documentació Teatral con la generosidad de quien sabe el valor de la palabra escrita, a la que ella rinde homenaje de la mejor manera posible; solo hay que conocerla, presentarse en el Centre de Documentació o leerla cuando escribe. A mí un día me llegó un correo suyo para que compartiera un libro de teatro, y con estas, entre otras, palabras:
“La idea es que os enganchéis conmigo a este proyecto, escribáis cuando os apetezca una recomendación, escrita a vuestro estilo, que no tiene por qué ser académico, sino también perfectamente lo contrario, de un libro que os ha hecho disfrutar, que os ha hecho crecer, que os ha hecho mejorar. Vuestros libros preferidos”.
El libro que recomiendo para su lectura es El Teatre Principal de València de Josep Lluís Sirera. Es casi un milagro que exista este teatro, porque quienes mandaban, y mucho, en los años del desarrollismo franquista querían derribarlo y construir, en su lugar, el que fuese el mayor aparcamiento de coches en el centro de la ciudad. Con más de doscientos años, desde que en 1804 se iniciasen sus obras, este teatro que se inauguró en 1832, antes que el Liceu de Barcelona y el Teatro Real de Madrid, es el centro de la vida social y cultural de la ciudad durante muchas décadas: una joya del patrimonio.
He leído de nuevo este libro, y mantiene la belleza que conservan los libros que sorprenden, porque saben crear un nuevo lenguaje y nuevas formas de investigar. Cuando todo estaba por hacer en nuestra estrenada constitución democrática, durante los años 1980-82, Josep Lluís Sirera estuvo becado por el Institut de Teatre i Mitjans Audiovisuals de la Institució Alfons el Magnànim para investigar y publicar la historia del Teatre Principal, con motivo de la celebración de los 150 años transcurridos desde su inauguración, en 1832.
La escritura de la historia del siglo XIX junto con la síntesis previa de los siglos XVII-XVIII ocupó 404 páginas, mientras que la del siglo XX hasta los años 70 llegaba a las 376 páginas. Ahora bien, el libro tardó bastante en publicarse (1986), y en una versión que no incorporaba la totalidad de la redacción puesto que se le pidió que escribiese otra nueva versión más resumida, que sería la publicada como libro de tan solo 414 páginas.
No había publicada, por aquellos años, ninguna investigación de las características que se plantean en este estudio. Por primera vez, se integraban y cohesionaban diferentes temáticas (gestión, edificación, compañías, actores y actrices, autores y autoras, géneros, programaciones, crítica, escenografía, iluminación, precios, publicidad, contexto histórico y cultural), y se configuraba tanto la perspectiva histórica de dos siglos como la volubilidad de las etapas más breves, para crear una idea o paradigma de la historia de este edificio. Todo un trabajo en el que se tenía que investigar e innovar a cada momento. Y es esto lo que más hemos de valorar hoy en día, al volver a leer cuanto se escribió en aquellos años: una manera nueva de contar la historia, desde los archivos, la hemeroteca y la cuantiosa bibliografía actualizada.
Por esta historia del Teatre Principal de València no ha pasado el tiempo, el que envejece, ya que es un referente de innovación en la investigación rigurosa, como también es, sin lugar a dudas, un modelo clásico de cómo crear señas de identidad, a partir del valor del conocimiento del pasado y del presente. Hace ya algunos años que se imprimió un pequeño folleto a modo de programa, en el que se contaba la historia del teatro, y que se entregaba a los visitantes que acudían a conocer el edificio. Recuerdo que Josep Lluís cuando lo leyó manifestó su opinión, ya que en él no se citaba al autor de quien había investigado la historia; sin darle demasiada importancia, dijo que era algo muy típico del ser de València el que no se citase la autoría o la referencia bibliográfica.
Tal es la necesidad de difusión del conocimiento de esta historia aún vigente que uno de sus sueños para la jubilación, varias veces comentado, ha sido la publicación en internet de la totalidad de las páginas que escribió sobre el Teatre Principal. Porque la Edad Contemporánea del teatro en València se inicia con la construcción este edificio. Y aún queda en el recuerdo de nuestros mayores, las actuaciones que se pudieron ver durante los años de la Guerra Civil.
Este libro es, además, el origen de otras muchas creaciones sobre nuestra historia literaria, cultural y teatral. Desde que en 1976, Josep Lluís Sirera inició su labor como docente en la Universitat de València, y de la que ha sido catedrático de Historia del Teatro, nunca dejó de publicar y de formar a investigadores y a escritores comprometidos con la idea del conocimiento de la historia y con el sentimiento de la responsabilidad como sociedad: una escuela de vocación entre sus muchos alumnos, alumnas y lectores de sus escritos.
Procuraba que el lenguaje de cada publicación de creación o de investigación tuviese el tiempo cada vez nuevo de la gramática “infinita”, la que te permite historiar la literatura popular y la culta, las fallas, el teatro religioso (Misteri d’Elx, Misteris del Corpus y Sibil·la), los edificios teatrales, los géneros, las compañías teatrales o de danza, el teatro de calle, las nuevas artes escénicas y la nueva escritura de jóvenes dramaturgos y dramaturgas.
Miles de publicaciones configuran su universo de escritura como dramaturgo, guionista, investigador, crítico, gestor y editor; aunque cuando debía reseñar sus propias publicaciones, se dejaba muchísimas sin referenciar. Tal vez sea por su humildad y generosidad, las que le han mantenido muy alejado del sentimiento de la vanidad, mientras que le han permitido estar muy cerca del sentimiento auténtico que complace: el que aporta la verdad de haber dedicado toda una vida a la investigación, la creación y la innovación en las artes escénicas desde su querida ciudad de València.